Called from/Referenciado desde: La ermita del Alto Rey

Historia

 

Orígenes

Desde muy antiguo existen referencias a la ermita del Alto Rey. La identificación de la montaña con la ermita es tal, que se los nombra indistintamente. Así, algunas veces se hace referencia a la montaña como Santo Alto Rey de la Majestad y la ermita es "su santuario". A continuación recogeremos algunos de los nombres que aparecen en las Relaciones Topográficas de Felipe II y en un pleito del Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza. 

Casi todos los autores admiten sin discusión un origen precristiano del culto ofrecido en el lugar, asociándolo al culto a las montañas (orogelatría), a los míticos seres que habitan en ellas, culto a las estrellas, etc. Sin duda el argumento tradicional a su favor es la presencia de la cima de la montaña bajo el altar, que la cobijaba sin dañarla, así como lo ambiguo de la advocación. Si se admitiese la representación de tres montañas (Alto Rey, Ocejón y Moncayo) en la cúpula hemisférica que asemeja la bóveda celeste, parecería que los constructores de la ermita trazaron un paralelo entre la geografía terrestre y la astral.

Canónigos reglares de San Agustín

Ya como templo cristiano, existe un texto conservado en el Archivo Catedralicio de Sigüenza, [1, Colección Diplomática, num.. CXXIX], fechado en 1197, en el cual se exime de pagar ciertos impuestos a un  monasterio de "Sancte Columbe" (Santa Columba o Coloma) en la vecina villa de Albendiego, así como les dona el Obispo de Sigüenza veinte yugadas de tierra y treinta aranzadas de viña en el lugar. Todavía hoy se puede admirar una iglesia con un bellísimo ábside románico. A finales del s. XIII se constituirá el cargo de Abad de Santa Coloma en el Cabildo de Sigüenza, convirtiéndose en un cargo puramente honorífico, sin una comunidad detrás, que recogerá las rentas de Albendiego, Somolinos y de varios pueblos cercanos, así como las limosnas efectuadas a la ermita del Alto Rey. A cargo de estas últimas debía acometer gastos de mantenimiento en dicha ermita. Dicha plaza de "Abad de Santa Coloma" subsistiría hasta el Concordato de 1851.

Sin embargo, no puede desecharse la  hipótesis de que originalmente la ermita del Alto Rey no dependiese inicialmente del monasterio de Santa Coloma de Albendiego. Así, abundantes restos encontrados en la ladera de la montaña nos indican que en su origen fue un edificio de carácter románico. Sin embargo, la construcción de la iglesia de Santa Coloma fue interrumpida bruscamente al poco de empezarse [8, pags. 141-142]. La iglesia se término mucho mas tarde, en el s. XVI. ¿Construirían y mantendrían sus monjes una iglesia en lo alto de una montaña, inaccesible las mas de las veces, la cual no consta que en aquel momento  les perteneciese, cuando tuvieron que abandonar precipitadamente en sus comienzos  la construcción de la iglesia de su monasterio y sólo completarla mucho mas tarde y en una escala considerablemente mas modesta?

Antes de proseguir, me gustaría introducir a modo de curiosidad algunas  tradiciones celtas que relacionan nombres tales como "Alto Rey" y un santo llamado "Columba".

Supuesto origen templario

Aviso: el autor no es un especialista en Historia de Ordenes Militares, por lo que se limita a recoger diversas opiniones -algunas contradictorias- y exponerlas del modo mas coherente posible. Respecto a la presencia templaria en Guadalajara existen poquísimos datos fiables (léase comprobables). En España nunca fueron comprendidas las razones para la disolución de la Orden, pero se acató la voluntad del Papa [12]. Para hacer mas amena la exposición  me valgo de imágenes que circulan abundantemente por internet.

Existe una fuerte tradición de origen templario respecto a la iglesia de Santa Coloma de Albendiego y por ende, de alguno de los bienes que tenía agregados, como es la ermita del Alto Rey. Ya Madoz [7] en 1845 recoge que "Se cree que esta abadía se fundó con las haciendas que poseían los templarios de aquel territorio y consisten en la misma iglesia de Santa Coloma, parroquia en el día, un castillo inmediato a ella con casa y huerta, la ermita titulada del Santo Alto Rey, que está situada en lo más alto de la gran sierra que lleva de nombre al sur de la población, otro castillo arruinado contiguo a la misma y toda la tierra de llano y monte que media entre ambas alturas", noticia que se recoge [4] igualmente en 1881, se daba por cierto que "los bienes que poseían los templarios en aquel territorio, que consistían en la misma iglesia, un castillo inmediato a ella, una casa y huerta, la ermita del Santo Alto Rey, que está en el monte de su nombre y toda la tierra que mediaba entre dicho sitio y la parroquia" [4].

Minguella recoge la antigua tradición para rebatirla, por lo menos en lo que a la iglesia de Santa Coloma concierne: "que en Alto Rey hubo convento de Templarios y que de ellos era la iglesia de Albendiego. Asegúrase también que a esa Orden correspondía Castilblanco, cuya iglesia tiene tantas semejanzas arquitectónicas con la de Albendiego. La verdad es que ningún documento de nuestro Archivo hallamos mención directa ni indirecta de los Templarios, y que antes de su extinción (1311) Albendiego era del Abad de Santa Coloma".

En 1310 el obispo de Sigüenza  recibió una carta de los seis prelados comisionados por el Papa, recabando su colaboración para conocer el inventario de bienes templarios de la Orden del Temple en su diócesis, a lo que respondió que no existían posesiones templarias en las villas y aldeas sorianas de Medinaceli, Almazán, Berlanga de Duero y Caracena ni en el resto de la diócesis de Sigüenza. 

El hecho de que la disolución de la Orden Templaria esté rodeada de un halo de misterio que haya favorecido todo tipo de teorías no nos ha de hacer olvidar que en su día fue un poder fáctico real, que contribuyó en la Reconquista española y que nunca se entendieron en España las razones de su disolución; se optó por acatar al Papa.

Supuesto origen sanjuanista

El Papado quiso que los bienes templarios en Castilla fuesen cedidos a la Orden de  San Juan de Jerusalén o del Hospital, a la cual  por cierto se incorporaron numerosos templarios una vez disuelta su Orden, aunque hubo numerosas interferencias y apropiaciones, tanto de la Corona como eclesiásticas..

En 1312, la Bula "Ad providam" de Clemente V, asignaba los bienes del Temple a la Orden del Hospital, pero esto no tuvo la misma efectividad en todos los estados. Aragón cedió a las intenciones del Papa en 1317, y en el Reino de Valencia se creaba la Orden de Montesa para acoger todos los bienes del Temple. Sin embargo, en Castilla no fue así, y Fernando IV anexionaba a la Corona la mayoría de los bienes templarios, para después redistribuirlos entre la nobleza y las Ordenes Militares autóctonas.

A diferencia del caso de los Templarios, sí tenemos algún documento respecto a la presencia de caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalem o del Hospital en la diócesis. Minguella [4, pag. 246] recoge que A fines del siglo XII hallábanse establecidos los Hospitalarios de Jerusalén, hoy Orden de Malta, en Almazán, con Iglesia propia, como puede verse en la Colección Diplomática, num. 145 (año 1200, pag. 507). Gozaban allí de ciertas prerrogativas que quisieron tener igualmente en Atienza, y pidieron a D. Rodrigo que les permitiese hacer allí un oratorio. Negábase el Obispo diciendo que no habiendo en Atienza convento de Hospitalarios, tampoco debían tener oratorio. Vino a Sigüenza el venerable Alfonso, Prior del Hospital, con D. Guterio Armilli, Comendador de la Orden, y hubo avenencia con el Prelado, que permitió y luego consagró el oratorio". Lo que Minguella omite es que un año mas tarde (1201) tuvo que intervenir el Papa (Inocencio III a la sazón) para obligar al obispo a consagrar dicho oratorio, por lo que se aprecia que las relaciones del obispado seguntino con dicha Orden Militar eran de todo menos buenas. También deja vislumbrar el interés por parte de la Orden Sanjuanista de establecerse en la zona de Atienza y el empeño del obispo de Sigüenza en estorbárselo. Por cierto, que el "venerable Alfonso, Prior del Hospital" era Fernando Alfonso de Portugal, hijo ilegítimo del primer soberano de Portugal (Alfonso Enríquez o Afonso Henriques) y hermano bastardo de Sancho I de Portugal; en 1198 sería nombrado Gran Maestre de la Orden del Hospital para la provincia de España y en 1203 para el conjunto de la Orden; resignaría de dicho cargo en 1206 y moriría en 1207.

Para confirmar sin ningún género de dudas la presencia de caballeros hospitalarios en Atienza y su comarca, tenemos un par de documentos conservados en el Archivo de la Clerecía de Atienza.

sello en Archivo Clerecía, Atienza Sello templario: Barberà Sello Hospital: Barberà

¿Una cruz con significado especial?

La inclusión de la ermita del Alto Rey entre los múltiples beneficios del Abad de Santa Coloma y similitudes constructivas entre esta última iglesia (Santa Coloma de Albendiego (Guadalajara) y construcciones de la Orden de San Juan de Jerusalén, como San Juan del Duero (Soria) hace que existan autores [11] que postulen que  fueron estos últimos los fundadores de la iglesia y por ende de la ermita asociada.

Esta hipótesis encuentra un buen punto de apoyo en las celosías de la iglesia de Albendiego, que presentan numerosas variaciones de una cruz de ocho puntas, así como en la cercana Capilla de San Galindo de Campisábalos o en la mas lejana de Caracena (Soria). Sin embargo, al autor de estas líneas ha encontrado numerosas variantes de las cruces empleadas como emblema tanto por la Orden del Temple como por la del Hospital, algunas idénticas. Es por lo que prefiere dejar al lector decantarse por una u otra adscripción según sus conocimientos y/o gustos. Para complicar aún mas si cabe el tema, incluiremos una cruz inscrita en un círculo que aparece como marca de agua en todas las páginas del  más antiguo Libro de Fábrica conservado (1626) de la parroquia de Albendiego. ¿Casualidad?

 

Marca al agua en papel

Sello de la encomienda de San Juan de Barberà (siglo XIII)

 

Celosía en Albendiego, iglesia de Santa Coloma

Celosía en Campisábalos, capilla de San Galindo

 

Ligera variante también presente en Albendiego

Celosía reaprovechada en Caracena, iglesia de San Pedro

 

Incluso podemos ofrecer una cruz de posiblemente perteneciente a la orden de San Juan de Jerusalem, que figura en el asa de una escudilla desechada durante su fabricación, procedente de Guadalajara capital, lo que indicaría que dicha Orden habría encargado sus enseres a artesanos locales.

 

Un intento de acuerdo

Recapitulemos; éstos son los datos de los que disponemos:

Los anteriores datos parecen sugerir una clara determinación de mantener el dominio efectivo de su diócesis por parte del Obispo de Sigüenza, siempre en pugna con órdenes militares,  nobleza, obispados limítrofes, etc. por conseguirlo. En este caso logra neutralizar un intento de Ordenes Militares (Templarios y/o Hospitalarios) de establecerse en una zona cercana a sus posesiones sorianas. Cuando ya han desaparecido o menguado las fuerzas que disputaban su dominio en aquellos primeros tiempos de la Diócesis, desmantela la comunidad y la reintegra al Cabildo de la catedral de Sigüenza.

Construcción y  mantenimiento de la ermita del Alto Rey

Ya hemos visto que poco  sabemos de los constructores de la ermita original ni de los sucesivos templos que han ocupado dicho lugar. Lo que si sabemos es que el lugar sufría una carestía permanente de fondos, pues aunque "correspondiente y que en su hermita y cassa se esta haziendo nueba obra, con las limosnas que ofrecen y dan los fieles a que quadyuban los conzejos de los Pueblos inmediatos mobidos de su celo y devozion y a instancia de Don Fernando Lopez Lozano, cura de Gascueña su administrador, quien manifesto a S.I. al tiempo de hallarse en dicho lugar con su visita que el libro de quentas de dichas limosnas y su distribucion se hallaria en poder del  Abad de Santa Coloma, dignidad en la Santa Iglesia de Sigüenza" [5]. Los conflictos con el Abad de Santa Coloma, título meramente honorífico, eran frecuentes y los fondos que éste dedicaba a la ermita, los mínimos. Así en 1602 [3] los vecinos intentan obtener de los testamentarios del Abad fondos para la reconstrucción del templo, a cargo de las limosnas ofrecidas, poniendo ellos la piedra, madera y transporte necesarios. Sin embargo, el Tribunal Eclesiástico de Sigüenza falló en 1605 a favor de los testamentarios del abad, dictando que "en cuanto abad de Santa Coloma y en razon de la abbadia no aver tenido obligacion alguna de reparar la dicha hermita y solamente averla tenido en la quantidad de las limosnas que por los fieles se ofrecieron y la renta del prado que se prueba ser de la dicha hermita", conforme a un  acuerdo de 1532 [1,  pag. 30]. 

La siguiente tabla nos permitirá apreciar la continua necesidad de reparos de la ermita, achacable seguramente tanto a lo duro de la climatología como a la sistemática falta de labores de mantenimiento.

1602 "muy arruinada y perdida" [3]
1756 "se está haciendo nueva obra" [5]
1767 "bastante devorada" [5]
1778 "amenazando ruina" [5]
1785 fecha en clave puerta [5], por lo tanto se realiza importante remodelación
1794 derrumbe en su interior [5]

La actitud del Abad de Santa Columba se nos antoja profundamente ruin, cuando percibía abundantes rentas de las propiedades de la antigua abadía y sin embargo únicamente dedicaba a su mantenimiento lo que los fieles entregasen en concepto de limosna. Y no hay que esperar al siglo XVII para que estos abades a título honorífico manifiesten tan a las claras lo mucho que les importaban "sus abadías" cuando no se trataba de las rentas de las mismas. Ya a principios del siglo XV (año 1411) el abad pide y obtiene de Benedicto XIII (el Papa Luna) la concesión de indulgencias a los cristianos que, ayudando a su fábrica, visitasen lo que se denomina como la " capilla eremítica" de la "Majestad del Rey". Muy en línea con la moralidad de estos personajes, no nos extraña encontrar excomulgado al abad al poco tiempo (año 1417), por haberse apropiado "los libros y las joyas" del obispo fallecido Juan González de Grajal, conminándole el propio Pontífice que había concedido las indulgencias a la devolución de lo ilegalmente retenido, so pena de ser revocado de su título de abad [14: pp. 286 y 453]. Y de lo que concluyo algo desgraciadamente desconocido actualmente: todavía deben de ser vigentes las indulgencias concedidas por el Papa Luna a los que contribuyan al sostenimiento del lugar, ese eremitorio rupestre llamado la Majestad del Rey. Sería un bonito recuerdo a este Papa profundamente aragonés y al santuario que estas cosas no se olvidasen.

Otra modalidad ‐totalmente infructuosa‐ de mantenimiento de la ermita era la recogida de limosnas, supuestamente "para el mantenimiento del santuario", realizadas por "santeros" o "ermitaños", que habían escogido estas colectas para vivir "en la vagancia y embriaguez" ([5] visita 1829). ¿Serían estos santeros los últimos y degradados ecos de la comunidad de eremitas que pudo habitar la cumbre en tiempos?

Popularidad del culto

Sea cual fuese su origen y su poseedor inicial, la ermita concitó gran veneración por los alrededores. Esto se recoge en las respuestas de pueblos limítrofes dadas en las Relaciones Topográficas de Felipe II. Así, vecinos de Bustares afirman en 1580 que "a media legua del dicho lugar de Bustares esta en lo alto de la sierra una casa y hermita que se nombra y llama del Señor Rey de la Magestad, la cual es de grandisima devocion e a donde por esta causa acuden y vienen gentes de muchas partes". Vecinos de Hiendelaencina añaden en 1581 "a dos leguas de este lugar hay en una Sierra alta, una hermita en la Casa del Santo Alto Rey de la Magestad, en la cual hay milagros y grandisima devocion". ¿De que tipo de milagros se trataba? No hemos encontrado ninguna referencia al respecto, pero muy presumiblemente relacionados con la curación de enfermedades. En los muros del presbiterio se conservan algunos exvotos de tipo tradicional (trenzas de pelo) y unas cadenas, algunas de las cuales quizás empleadas en la construcción de la ermita, a juzgar por su tamaño.

Revisando los Libros de Fábrica de algunas parroquias vecinas encontramos diversas cofradías instituidas en ellas, con advocaciones convencionales, no declarando ninguna  celebrar alguna festividad en relación con el Alto Rey (ni siquiera es nombrado). La peregrinación al santuario parece ser un fenómeno espontáneo, no regulado por cofradías y ordenanzas, con un ámbito geográfico importante: "es y a sido muy debota y frequentada de los fieles y no solo de los lugares de este obispado sino de todo el mundo y en especial del arzobispado de toledo y obispado de osma y otros circunbezinos de donde benian a berlos y nobenas y traian limosnas en mucha cantidad" [3].

Hay que esperar al s. XVIII del cual tenemos mas noticias, pues se intenta potenciar su culto, edificándose la actual ermita, obteniéndose bulas con indulgencias y fundando la Hermandad del Alto Rey, que institucionalizará las procesiones existentes con anterioridad.

Leyendas

Además de los datos de "historia oficial", en la zona existen unas historias populares, mas o menos originales, de las cuales recojo dos [1, pag. 25].

El padre y los tres hijos

"Es la más conocida de todas las leyendas que se cuentan del Alto Rey. Se dice que una vez existió un padre que tenía tres hijos, que entre ellos se llevaban muy mal, siempre peleándose y enzarzados en continuas disputas. Cierto día, cansado y a de tanta bronca, les lanzó una maldición que cumplirían eternamente: se transformarían en montañas y de esa manera podrían estar viéndose mutuamente, pero no podrían moverse y por lo tanto no podrían seguir peleándose. Así surgieron en el horizonte de estas tierras el Santo Alto Rey, el Ocejón y el Moncayo. Desde sus cimas se ven, en los días claros, mutuamente." ([1], pagina 25).

Evidentemente no son un padre ni unos hijos cualesquiera. Recuerdan claramente toda la caterva helénica de divinidades menores, frecuentemente asociadas con fuentes y montañas. En España existe alguna leyenda similar, siendo la más conocida la de las Tres Serols en Aragón, en este caso  tres hermanas convertidas en montañas por su padre. Sin embargo,  parece que los constructores de la actual ermita quisieron explicitar su apoyo a dicha leyenda, pues hay una sorprendente correlación entre la posición relativa de las tres cabezas esculpidas en la bóveda y la posición real de dichas montañas.

 

Las tres cabezas presentes en la bóveda son difícilmente observables, excepto  las dos que se encuentran juntas, a las cuales alguien remarcó sus perfiles, haciéndolas destacar.

Aunque sea lugar común citar la asimilación por el cristianismo de cultos primitivos, no deja de ser curioso  que según testimonio de 1602 "el  domingo  de la Santísima Trinidad venían y acudían a la hermita muchas procesiones" [3, folio 65]. El culto desarrollado en la cumbre pasó a ser el de los misterios mas abstractos del Cristianismo: la Trinidad y la Eucaristía, en concreto el primero y su asociación al número tres.

 

El aceite de la cueva

"Dice otra leyenda que en el seno del Santo Alto Rey hay una cueva donde, desde tiempos remotos, mana de su techumbre, gota a gota, el aceite que servía para iluminar la lámpara puesta en la ermita de la cumbre junto a la imagen de Cristo como Alto Rey de la Majestad. Este aceite era recogido por los monjes que cuidaban de la ermita y vivían junto a ella, y solamente ellos podían recoger y administrar dicho aceite. Se decía también que la gota de aceite que caía del techo de la cueva  procedía directamente del centro del altar de la ermita. Un buen día, penetró en la cueva un pastor, que decidió recoger el aceite para su uso particular, y desde aquel momento, la gota del techo de la cueva se transformó en agua, tal como hoy se mantiene."([1], pagina 25).

Bibliografía 

[1] Antonio Herrera Casado, Angel Luis Toledano Ibarra, Luis A. González Espliego La romería del Alto Rey Guadalajara 1990

[2] Año 1197 Carta del obispo de Sigüenza Don Rodrigo eximiendo de pagar ciertas décimas al monasterio "Sancte Columbe" (Toribio Minguella, Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos, Madrid 1910, tomo I, pag. 485)

[3] El fiscal de este obispado sobre los testamentarios de D Francisco Ruiz, abad de Santa Coloma, en esta Sta. Iglesia sobre se reparen de los bienes del dicho abad la hermita y santuario del Alto Rey de la Magestad (Sigüenza, Archivo Histórico Diocesano, Sección Civil, año 1602)

[4] Pablo Riera, Diccionario Geográfico-Histórico de España Barcelona 1881

[5] Libro de la fabrica de la Yglesia Parroquial de Sta Coloma de este lugar de Albendiego, año del señor 1728. Visita año 1756 (Sigüenza, Archivo Histórico Diocesano)

[6] Rafael Alarcón Herrera del I Simposio Internacional del Temple, celebrado en Soria entre el 16-19 de julio 1992

[7] Pascual Madoz Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, Madrid 1845

[8]  Tomás Nieto, Esther Alegre, Miguel A. Embid El Románico en Guadalajara, Editorial Estudio Museo 1991

[9] Toribio Minguella Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos, Madrid 1910

[10] María del Carmen Gálvez De la Cuesta Del miedo político al miedo religioso: la abolición de la órden del Temple en el siglo XIV, MILENIO: MIEDO Y RELIGION (ponencia)

[11] Tomás Nieto, Esther Alegre, Miguel A. Embid El románico en Guadalajara Editorial Estudio Museo 1991

[12] Francisco de Berganza Antiguedades de España Madrid, Francisco del Hierro,  1721

"A primero de Octubre del año de 1311, fe junto el Concilio de Viena de Francia, y en el prefidiendo el Papa Clemente V, fe mando extenguir la Orden Militar de los Templarios por enromes culpas, que les impputaban. Creo, que en efte mifmo año fe celebro el Concilio en Salamanca, donde afsiftieron once Obifpos, y el Arçobifpo de Santiago; y conforme a las confefsiones y depoficiones, que hallaron, fueron de parecer, que los dichos CAvalleros fueffen dados por flibres, fin embargo de aver decretado, de que la vltima refolucion fe dexaba en manos del Sumo Pontifice, por cuyo decreto fue extinguida dicha Orden: Lo que podemos deducir de aqui es que los Cavalleros Templarios Efpañoles no eran comprehendidos en los delitos, que fe atribuyeron a los Cavalleros Templarios de otros Reynos, fin embargo pudo tener el Concilio juftas caufas, para que toda la Religion de los Templarios fueffe extinguida" (parte segunda, pag. 186).

[13] Angel Riesco, Jesús Dominguez, Catálogo-índice documental del archivo de la clerecía y demás archivos de las antiguas parroquias e instituciones de Atienza, Universidad Complutense de Madrid,

[14] Cuella Esteban, Ovidio, Bulario de Benedicto XIII, Tomo IV, Fuentes Históricas Aragonesas 46, Institución Fernando el Católico, Excma. Diputación de Zaragoza, Zaragoza 2009.

Ultima actualización: 11 de Agosto de 2015