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Un arco maternal

Marcos Nieto, diciembre 2011
Artículo publicado originalmente en Medinaceli es vida.

Durante su larga historia, el conocido hoy demasiado técnicamente como Arco Romano de Medinaceli ha sufrido los avatares del tiempo y de las modas humanas, siempre volubles. Desde su erección como monumento conmemorativo, mediando su incorporación al recinto murado como una puerta más de las murallas de la villa, bajo cuidado de la comunidad judía de ésta, hasta quedar nuevamente exento tras el derribo de buena parte del recinto murado, como lo podemos contemplar actualmente, reducido a un frío esqueleto o chasis, desprovisto prácticamente de toda su decoración original. Al igual que su aspecto, el nombre con el cual ha sido conocido ha variado con el tiempo, habiendo llegado a nosotros nombres tales como Puerta de San Nicolás, del Baño o del Diablo (esta última denominación reconozco que está preñada de folclorismo y quizás desprovista del suficiente apoyo documental).

De sus tres puertas, las laterales -de menor tamaño- sabemos que estaban antaño cerradas, quizás por considerarse excesivo el número de vanos para una estructura que había adquirido carácter defensivo. Sin embargo, la mudanza de los tiempos y la progresiva pérdida de valor económico y estratégico de la villa posibilitarían que algunos vecinos pudiesen ver cumplida la ilusión de tener en la puerta de acceso más imponente de la villa una imagen mariana, de modo similar a como la solían tener todas las puertas principales de los recintos murados de las principales ciudades.

A falta de una hornacina central, se les ocurrió materializar el proyecto de un modo muy económico -e inflingiendo un daño nulo a la estructura del arco-, aprovechando los vanos hasta entonces suponemos que simplemente cegados de los laterales. En uno de ellos -no sabemos cual- se construyó una pequeña capilla, aparentemente cerrada con una puerta de madera y una rejilla a través de la cual los devotos podían realizar sus oraciones a la Madre de Dios implorando su protección al entrar o salir de la villa y, si lo deseaban, arrojar alguna limosna a su interior, para colaborar en su mantenimiento. Quizás el otro vano albergase igualmente una capillita, de cuya advocación no nos han llegado noticias.

Huellas de cerramiento en puerta lateral del arco.

La existencia de dichas capillas nos es conocida por Pedro Celestino Velasco, racionero en la Colegiata de Medinaceli en el siglo XIX, que bajo el epígrafe “Arco del Portillo del Baño” escribió lo siguiente:

”El día 8 de febrero de 1869 se abrieron por orden del Ayuntamiento los dos arquitos laterales del citado arco, cerrados desde tiempo inmemorial, conociendo yo en sus huecos la imagen de Nuestra señora, ignoro su advocación, con sus rejitas de hierro y puertecitas de madera, y por las noches ardían unas lamparitas, a expensas de sus devotos” [“Noticias históricas de la Villa de Medinaceli, (Soria), 1499 a 1934. Por D. Pedro Celestino Velasco”, p. 104 . Ejemplar mecanografiado, Biblioteca Pública de Soria]

Huellas de postigo en el interior de uno de las puertas laterales

Afortunadamente podemos poner "nombre y rostro" a la advocación mariana que encontraba cobijo en una de las improvisadas y minúsculas capillitas: la advocación turolense de Virgen del Tremedal; en concreto la venerada en la localidad de Orihuela del Tremedal, que todavía hoy conserva el Libro de la Esclavitud donde eran consignados sus devotos. Eso es así gracias a la burocracia eclesiástica de tiempos pasados, que llegamos a amar los que somos aficionados a la historia, por la pléyade de noticias que ha permitido conservar.

“Joseph Rodríguez Romano en nombre de Joseph Lezcana vecino de la villa de Medinaceli = ante Vuestra Merced parezco y digo que por el celo y devoción que ha tenido y tiene mi parte su casa y familia a Nuestra Señora de el Tremedal y veneficios y alivios que ha experimentado por su intercesión hace tres años, se sofreció e hizo una festibidad de vísperas, misa y sermón y nobena en la ynsigne yglesia colegial de dicha villa y así mismo desea con otros devotos hacer una corta hermita en el Portillo del Vaño de la misma Villa, colocando en ella un quadro de dicha Santa Ymagen, y mantenerla con su lámpara encendida todas las noches del año, de que se seguirá mucho consuelo y aumentará la deboción” [Medinaceli. Año de 1782, Legajo 1782-05, documento 04-2, Sección Civil, Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza]

Primitiva imagen de la Virgen del Tremedal.

¿Que les pasaría al inventario mueble de las capillitas (quizás una mera estampa, lámparas, exvotos...) cuando los próceres municipales decidieron su retirada, quizás para descongestionar el tráfico que sin duda atosigaba dicha puerta, ya por entonces totalmente exenta de la muralla? No lo sabemos, pero nos lo podemos imaginar.

Resulta conmovedor pensar en el aspecto que tendría la trémula y débil luz de la lámpara de la capilla, en las frías noches de inverno, para el medinense en el triste momento de la partida, o el reconfortante de la llegada; una calurosa despedida o acogida del espíritu de la ciudad a sus habitantes.

Referencias

[1] Noticias históricas de la Villa de Medinaceli, (Soria), 1499 a 1934. Por D. Pedro Celestino Velasco. Ejemplar mecanografiado. Biblioteca Pública de Soria. p. 104

[2] Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza, Sección Civil. Medinaceli. Año de 1782 (legajo 1782-05, documento 04-2)

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